http://www.cayocesarcaligula.com.ar/Textos/Los_Wandervogel.htm
QUE HAY DE NUEVO EN 1920:
La juventud alemana está descubriendo la Sabiduría de Oriente, atacando al materialismo, alabando la espontaneidad, retornando comunalmente al campo, y vituperando la política (que pronto le encontrará uso a su energética ignorancia).
Los Wandervogel
JOHN DE GRAAF
En julio de 2004, leyendo el libro de Alejandro Olmos sobre la Deuda Externa, hallé una breve referencia a un grupo denominado Comisión Trilateral. Recordé haber leído algo acerca de este grupo anteriormente. Revolviendo mi biblioteca encontré la referencia en este viejo articulo aparecido en el segundo número de la revista Mutantia en el año 1980. Pero, aunque el artículo menciona a la comisión trilateral, su tema central era otro. Me pareció muy interesante y en cierta forma profético así que decidí incluirlo en esta página. Claro está: el articulo contiene algunos anacronismos, por entonces aún existía la Unión Soviética, la nefasta era Reagan apenas comenzaba y los Estados Unidos, eran algo más cuidadosos (no mucho más) en el uso de su fuerza imperial. Sobre el autor, apenas sé lo que decían los comentarios de la revista; esto es: que contaba con 33 años en el momento de escribirlo, que no era un académico aventajado, que estaba asociado a una estación radial de Duluth, Minnesota, Estados Unidos (Director de Asuntos Públicos de la WDTH), y que era suficientemente contracultural como para alarmarse por lo que vio en el espejo de la juventud alemana, de 1896 a 1944. Según estos mismos comentarios una versión más breve de este trabajo, bajo el título "Los peligros de la contracultura", apareció originalmente en la publicación North Country Anvil y posteriormente fue revisada y expandida para su inclusión en el CoEvolution Quarterly. Analiza críticamente la contracultura estadounidense, incluyendo dos libros de Charles Reich y Theodore Roszak mencionados al fin de la bibliografía.
"He tenido el privilegio de caminar con la juventud de otro mundo... los apóstoles de una vida completamente nueva para jóvenes y viejos por igual... Con su espíritu, el antiguo cielo y la vieja tierra -de sospecha y egoísmo y odio- quedarán atrás. "
Stanley High Revuelta de la Juventud,1923
Estas palabras suenan como las de un Charles Reich recién vuelto del perfumado humo de Woodstock, fervorosamente empeñado en exaltar la nueva contracultura estadounidense. Pero provienen de las páginas de un volumen medio siglo anterior a su libro El reverdecer de América. Lo encontré por casualidad mientras buscaba Psicología Colectiva del Fascismo de Wilhelm Reich en una biblioteca de Wisconsin. Su título, Revuelta de la Juventud, me intrigó, y así me convertí en la primera persona que lo retiraba desde 1940. Noté que había sido leído con interés a diez años de su publicación en 1923, para ser dejado luego casi sin tocar. Stanley High (después hizo la biografía del evangelista Bílly Graham), registra resplandecientemente en su pequeño libro la cultura juvenil que surgió tras los horrores de la Primera Guerra Mundial. Aunque habla de, muchos países, la que recibe su mayor alabanza es la juventud de Alemania.
Él entendimiento retrospectivo aporta algo profundamente perturbador a las descripciones de High. "La juventud del mundo", escribía, "está señalando el camino hacia el nuevo día que los estadistas han sido incapaces de traer... un nuevo internacionalismo está apareciendo." En Alemania, "la revuelta de la juventud" es "la esperanza para el futuro", con una flamante contracultura que se alza frente al "materialismo desalmado" de la sociedad industrial y comercial. "Desde cada ciudad a través del país uno ve este vuelo de la juventud alemana hacia las colinas y el campo abierto." "Acompañados por un esparcido golpeteo de guitarras... ostentando guirnaldas de flores salvajes, sus viejos encordados cargados de capullos" los jóvenes wandervogel (pájaros errantes) de Alemania diseminan amor, paz y alegría por la tierra. "Festivales largamente olvidados revivían en enormes celebraciones al aire libre," escribe High, "y comenzó a aparecer el espíritu de regreso a la naturaleza." La camaradería natural prevalece entre estos jóvenes alemanes, con libertad de compañerismo sexual, "las muchachas con vestidos campesinos," los muchachos como "payasos multicoloridos".
Expresa High: "Nada tan claramente detestado como la imposición de una autoridad convencional y nada tan amado como la naturaleza." High describe las cooperativas, las escuelas libres y las misas folklóricas ("hay una inexplicable reacción contra el cristianismo convencional") del movimiento juvenil alemán,con la clara creencia de que está amaneciendo la Edad Dorada de la humanidad. Y hay allí más que un toque de júbilo en su observación sobre el abierto apoliticismo de los jóvenes germanos. "Los intereses políticos están tendiendo a desaparecer, grandes fuerzas espirituales están en ascenso", escribe. "Los participantes se han manifestado siempre contra el alineamiento político".
High remarca al pasar que algunos observadores sugieren que estos mozos pacíficos, felices y afortunados podrían ser pronto militaristas una vez más, destinados a los campos de batalla de "otra guerra para ganar de nuevo un lugar bajo el sol." Nada que ver, dice él. El reverdecer de Alemania ha tendido raíces hondas, y el movimiento juvenil es "demasiado espontáneo y está libre de la dirección de las fuerzas que podrían hallarse sumamente interesadas en un desarrollo que diera base adecuada para la alarma". No obstante, dieciséis años más tarde; los jóvenes alemanes desatarían los horrores de sublitzkrieg sobre el mundo por la gloria de Adolfo Hitler.
No pude evitar, leyendo Revuelta de la juventud, la verificación de un paralelo entre los jóvenes alemanes de High y nuestra propia contracultura en los Estados Unidos. Pero, como Charles Reich, High parecía tan rutilante y sus observaciones tan exentas de cualquier perspectiva histórica, que hubiera sido sencillo descartar las similitudes como mera coincidencia, si yo no hubiese observado más en detalle el fenómeno contracultural alemán. Los paralelos apenas insinuados en Revuelta de la juventud se amplían y fortalecen en el curso de una investigación más intensiva.
Durante el cuarto final del siglo XIX, Alemania pasó por un vasto y veloz proceso de desarrollo industrial. Su población dejó el campo para amontonarse en los centros urbanos dominados por el humo de la industria pesada. Impulsado por una providencial abundancia de recursos y la intervención económica estatal, este repentino y enorme boom económico produjo una población materialmente confortable, incluyendo una próspera clase media, y "comparando con los modelos de otros países occidentales, las clases trabajadoras también tenían poco motivo para la queja, al menos desde un punto de vista material."1
Pero, escribe H. W. Koch de la Universidad de York, 'fueron precisamente este vertiginoso adelanto industrial y el cambio tecnológico los que se convertirían en el factor principal del nuevo aire de incomodidad que comenzó a producirse entre los jóvenes... Sin embargo, a grandes rasgos, la creciente ola de argumentos contra la modernidad industrial poseía más un carácter de irrupción emocional que un análisis racional de la condición social. Y en esa reacción emocional contra la modernidad industrial se encuentran, antes que otra cosa, los orígenes del Movimiento Juvenil Alemán, y finalmente, en su forma más perversa, los de la Juventud Hitlerista. Fue un entusiasmo que rechazaba el desarraigado objetivismo de los intelectuales y la metodología positivista de las ciencias naturales, dado que a ello se debía -según sostenían- el horrible sistema factoril que una vez más reducía al individuo libre a un estado de servidumbre impersonal."2
Antes de la Primera Guerra Mundial
En 1896, el movimiento juvenil Wandervogel se formó con los chicos del Berlín suburbano que salían hacia los bosques para retirarse de una vida que, pese a ser próspera, había perdido significado. Tales jóvenes, muchos de ellos con pelo largo, fueron incrementados por otros variados grupos de jóvenes alemanes que intentaban de alguna manera protestar por la vida formal y tediosa de sus padres. Los líderes de este movimiento, que creció velozmente durante los años iniciales de este siglo, eran visionarios, ideológicamente pacifistas e internacionalistas, por mucho que detestaran las prácticas políticas del Partido Social Demócrata alemán. Tal vez el más destacado de sus líderes haya sido Gustav Wyneken, que promovió el concepto de una Jugendkultur (cultura juvenil) librada de las perniciosas influencias del comercio y del estado alemán. Fue Wyneken quien dio el programa del gigantesco cónclave de millares de jóvenes alemanes en la montaña llamada Hohe Meissner en octubre de 1913. "Sobre todas las cosas," dijo Wyneken en su apasionada denuncia de la guerra y su profética descripción del nazismo, "detestamos el infructuoso patrioterismo que se sumerge en palabras y emociones, y que a expensas de la verdad histórica, obtiene su entusiasmo mirando hacia atrás."3
Woodstock 1969: tres días de paz, música y amor exaltados por doquier, aunque convertidos en otra mercadería del supermercado espiritual.
Pero la gente joven que vitoreó a Wyneken aquel lluvioso atardecer no sabía nada de la historia, ni de las técnicas del lavado de cerebro. La única guerra que valía la pena pelear, había dicho Wyneken, era la apuntada a abolir la antigua sociedad burguesa comercial para hacer posible un mundo mejor. Tristemente para los jóvenes alemanes, ésa fue la guerra en la cual los amos industriales de su nación les convencieron que debían pelear, apenas diez meses después, en agosto de 1914, marchando así rumbo a las trincheras y las tumbas.
Después de la Primera Guerra Mundial
A pesar de algunos éxitos iniciales, la derrota pulverizó el regocijo de los jóvenes alemanes a lo largo de la Primera Guerra Mundial. Y mientras sus uniformes perdían el poder asignado por las primeras victorias, se volvieron crecientemente hacia el misticismo: la búsqueda de un poder fuera del mundo objetivo. "En 1917," escribe Walter Laqueur (cuyo Joven Alemania es probablemente el trabajo definitivo en la materia, al menos en inglés), "hubo otro redescubrimiento de la sabiduría del Oriente; pronto todos estuvieron hablando sobre Taoísmo, Budismo Zen, karma, etc." Los héroes intelectuales "fueron pioneros en el descubrimiento del alma oriental. "4
Tras la ignominiosa derrota alemana, con reparaciones adeudadas por los triunfadores y una rampante inflación que pauperizaba a la población germana, un ánimo pesimista -el pensamiento de que no sólo Alemania había fallado sino también Occidente y toda la civilización occidental- barrió el país, ejemplificado por La decadencia de Occidente de Oswald Spengler, publicado en 1918.
El ánimo desesperanzado y místico cundió vastamente. "La Alemania de 1920," escribe Laqueur, "era el apogeo del Dadá y del ocultismo, donde se expandía todo tipo de curiosas sectas, mientras profetas de las causas más fanáticas encontraban seguidores instantáneos." Muchos jóvenes alemanes se unieron a "nuevas religiones y sectas ocultistas cuyos profetas se multiplicaban como hongos" después de la Primera Guerra Mundial. La popular revista Juventud Alemana Libre dedicó muchos artículos al Taoísmo y al Bhagavad Gita.5
La mejora general de la economía alemana y la relativa prosperidad que duró de 1924 a 1929, disminuyó las tendencias místicas entre los jóvenes alemanes, y reavivó entre la juventud de clase media una respuesta contracultural más práctica, aunque no política. El movimiento, bastante al modo de los Wandervogel, buscaba escapar de la sociedad industrial mediante un regreso -en grupos pequeños- a la naturaleza y al espíritu aventurero. Sus actividades proporcionaban grandes experiencias emocionales. Las reuniones incluían el canto, la narración de historias, lecturas y discusión de las metas del movimiento, con énfasis en los problemas "personales". Atacaban el materialismo, la esterilidad y la falta de ideales de la sociedad alemana, pero confiaban en que ello podía superarse mediante "el poder del amor que todo lo abraza" y la "Ruta Interior" hacia la iluminación.6 Cambia a la gente, creía la contracultura alemana, y entonces cambiará la sociedad. "El movimiento juvenil", destaca Laqueur, "era antipolítico" y "procuraba duramente evitar los compromisos políticos." Con referencia a la política, la frase a menudo más repetida era una clara expresión del sentimiento dominante: "Nuestra falta de propósitos es nuestra fortaleza."
Sin embargo, no sucedió que la contracultura alemana posterior a la Gran Guerra dejara de buscar nuevos arreglos institucionales. Después de 1919 hubo uña campaña para establecer colonias comunales en el campo que duraron unos pocos años. Los estudiantes formaban cooperativas para atender a menor costo las necesidades de la vida. Y la Asociación Alemana de Escuelas Libres combatió el "espíritu prusiano" de la enseñanza memorizadora autoritaria que prevalecía en las escuelas públicas. El fundador del grupo fue Gustav Wyneken. En su ensayo Der Neue Anfang (El nuevo origen) manifestaba: "Nos sentimos apresados y entorpecidos por el círculo familiar, donde nunca somos tomados seriamente y donde la gente mayor no aprecia jamás las necesidades de nuestro cuerpo y nuestra alma. No toleraremos más a los bufones de escritorio que nos compelen a sentarnos inclinas sobre nuestros libros... que martillan sobre nosotros su insensatez de un modo mecánico y desalmado. No regresaremos a perecer en esa prisión que la gente llama escuela."7 Las escuelas de Wyneken preconizaban la igualdad de los sexos. Cuarenta por ciento de sus estudiantes eran judíos.
Más aún, y como en la contracultura norteamericana, la juventud alemana tendía al pacifismo y al internacionalismo. La vastamente leída revista Junge Menschen (Gente Joven) "combinaba el pacifismo con una apelación general a la reforma de la vida," escribe Laqueur. Esa reforma vital implicaba cosas tales como la dieta alimentaria, el ejercicio físico, y en algunos casos el vegetarianismo.8
Un autor favorito de ese período, así como en la contracultura estadounidense, era el erudito e imaginativo Hermann Hesse, que había dejado Alemania rumbo a Suiza en 1919. Sus ampliamente leídas novelas Demian (1919), Siddharta (1922), Steppenwolf (1927) y Viaje al Oriente (1932) navegaban por el psicoanálisis, el misticismo oriental y la crítica romántica de la sociedad burguesa. Si bien era un socialista filosófico, Hesse mantenía y propugnaba un distanciamiento del mundo de la política real. "Soy incapaz de unirme a cualquier movimiento de oposición... ya que considero que las injusticias del mundo son incurables", escribió.
"No me apetece la política; de otro modo hace mucho me hubiera convertido en revolucionario... La humanidad y la política son esencialmente incompatibles... Cuanto menos capaz soy de creer en nuestra época, y cuanto más árida y depravada luce la humanidad ante mis ojos, menos veo a la revolución como un remedio y más creo en la magia del amor" -así expresaba Hesse la ideología de esa contracultura alemana.9 El sensual deambular y las ideas filosóficas de Hesse en Narciso y Goldmundo (1930) correspondían más íntima mente a los ideales de los Vandervogel que a las realidades de la Edad Media donde tenían lugar. "El dinero y la vida sedentaria," piensa el joven protagonista Goldmundo, conducen sólo "a la esterilización y al empequeñecimiento de los propios sentidos." "¡Qué podridos, qué dados a la molicie, qué exigentes eran estos cebados burgueses!" piensa él. "¡Oh peregrinar, oh libertad, oh campos bañados por la - luna y rastros de animales cuidadosamente examinados - en la hierba mañanera, gris y húmeda! ¡Aquí en la ciudad, entre los hombres sedentarios, todo era tan fácil y costaba tan poco, hasta el amor! Estaba ya harto de estas cosas, le daban asco. Esta vida había perdido su sentido era un hueso sin médula."10
Claramente, Hesse y muchos otros humanos escritores y líderes como él, podían ver en el horizonte los peligros del fascismo. Narciso y Goldmundo contiene una tenuemente velada y profética advertencia sobre los riesgo del antisemitismo en la historia del encuentro de Goldmundo con la joven judía Rebekka,cuyo padre ha sido asesinado en el pogrom. ¿Qué sucedió con esta contracultura idealista, emocionada, humana e internacionalista que conmovió a observadores como Stanley High así como nuestros hippies conmovieron a Charles Reich? No sobrevivió a la embestida de los nazis. "De los factores responsables por el ascenso del Nazismo, ninguno fue tan importante como la Depresión", sostiene William Allen en La toma nazi del poder. 11 El colapso de la economía mundial después de 1929, dejó a la gente mirando hacia los extremos -Izquierda y Derecha- en busca de soluciones para el problema económico. En julio de 1931, los principales bancos alemanes comenzaron a cerrar a medida que los bancos estadounidenses pasaban a reclamar préstamos hechos a Alemania. Millares de trabajadores alemanes fueron de cabeza al desempleo. Y a medida que crecían los costos del bienestar social, se agotaron los recursos impositivos, desembocando en la crisis fiscal del Estado. Los beneficios del impuesto a las corporaciones dieron en 1932 sólo la mitad del rendimiento obtenido en 1931.12
"La desesperación de los desocupados, escribe Allen, "no sólo aterrorizó y repelió a la clase media, sino que también destruyó entre los Obreros la confianza en sí mismos," y "la situación económica general dejó impotentes a los socialistas. Con miles de trabajadores esperando ante cada empleo, una huelga hubiera sido imposible."13
Durante este período, tanto los comunistas como los nazis ganaron terreno a expensas de los socialdemócratas. Los obreros gravitaban entre los comunistas, y la clase media junto a la élite industrial en la NSDAP de Hitler. Los nazis apelaban a la clase media como archienemigos del marxismo. Inclusive atacaban al movimiento cooperativo alemán calificándolo de "bolchevique", y fueron apoyados por los comerciantes para aplastarlo.14 La problemática económica golpeó a las clases medias bajas -pequeños negocios, artesanos, maestros, empleados públicos- y "el espectro de la pobreza con cuello blanco se volvió realidad." Tanto nazis como comunistas proponían una mayor intervención gubernamental en la economía para poner punto final a la depresión, pero los nazis ganaron el apoyo de todos los sectores (salvo los obreros industriales) agitando el temor al conflicto de clases y al cuco ruso, el bolchevismo. "La mayoría de quienes se unieron a los nazis lo hicieron porque esperaban una respuesta radical para el problema económico," apunta Allen, excepto la que involucrara la lucha de clases. "El NSDAP fue primero y más que nada un partido antimarxista," visto por la clase media alemana como patriótico, antisocialista y religioso, no obstante su extremismo. Añade Allen: "Las mejores cartas de los nazis en este juego fueron la religión y el nacionalismo."15
La retórica de Hitler atribuía el sufrimiento de los desposeídos a los ricos, prometiendo orden y señalando un chivo expiatorio de la crisis económica: los intereses financieros judíos, y por extensión, los judíos en general: Y los nazis no desestimaron los anhelos emocionales de la juventud alemana. Hitler hablaba de una comunidad mística, la Volkgemeinschaft, habitada por "el hombre folklórico, orgánico, temeroso de Dios."16 La poesía, la música y las demás artes jugaron papeles importantes a medida que el fascismo enfatizaba las necesidades no racionales de la unidad espiritual. Ha escrito el historiador George Mosse, de la universidad de Wisconsin: "El fascismo clamaba por el reestablecimiento de la auténtica creatividad del hombre, que había sido sofocada en la sociedad moderna."17 Añade Allen: "Los socialdemócratas fracasaron en comprender la naturaleza de la convocatoria nazi." Intelectuales como Wilhelm Reich y Ernest Bloch advirtieron que los socialistas no prestaban atención a las cavilaciones psicológicas de los jóvenes, que los nazis se habían apoderado de los dominios espirituales y utópicos, y que ese hecho sería decisivo. Sus advertencias fueron ampliamente ignoradas.
Hohe Meissner 1913: ilustración de Fidus para el Freindentsche Jugend, simbolizando la alianza de los grupos Wandervogel en la montaña.
La contracultura de Adolfo Hitler
Hitler no se robó simplemente la totalidad del movimiento juvenil de sus tempranas aspiraciones humanas mediante sus apelaciones a lo folklórico y lo orgánico. El despreciaba el pacifismo y el internacionalismo del movimiento y a líderes como Wyneken. Generalmente, la opinión nazi consideraba que el movimiento juvenil hacía más daño que bien. Pero Hitler formó un movimiento juvenil alternativo que ganó adherentes porque copiaba los adornos y la retórica de la contracultura inicial, en tanto añadía una fuerte dosis de disciplina e ideología nazis. Mientras, buscaba a los antiguos líderes del movimiento para perseguirlos y encarcelarlos. Algunos escaparon. Muchos sencillamente se conformaron con los nazis, respondiendo como gente que todavía preservaba demasiado humanismo como para ser guardianes en Auschwitz, pero que tampoco osaron combatir contra Hitler. Puesto que durante mucho tiempo se habían estado despreocupando de asuntos políticos prácticos, fueron impotentes cuando golpeó el desastre.
La retórica nazi del "paisano orgánico" sirvió para conquistar la adhesión de antiguos componentes de la contracultura alemana. "Personas que habían sido pacifistas radicales después de la Primera Guerra Mundial, ahora se disponían a un segundo embate contra Inglaterra," anota Laqueur. A mediados de los años treinta, todo lo que había sido humano en la contracultura alemana estaba acabado. Hitler era el capo supremo. El diluvio había comenzado. Las palabras de amor y paz, de fraternidad e inocencia, murieron en las ensangrentadas zanjas de la Segunda Guerra Mundial.
Algunos paralelos generales
Trataré de separar las paralelas entre el deceso de la contracultura alemana y el ascenso del nazismo y nuestra propia situación según algunas categorías generales.
Primero, la depresión económica fue el suelo en el cual el hitlerismo hizo raíz. La república de Weimar, que Hitler abolió en 1933, fue, de acuerdo con el erudito húngaro Mihaly Wajda, la forma más pura de democracia liberal que haya existido, dando poderes a las capas de la sociedad alemana en proporción directa a su tamaño real, y obteniendo una enorme proporción de legislación social en beneficio de los humildes. Pero la Depresión desequilibró la estructura social alemana, exacerbando la lucha por tajadas menguantes del pastel económico. La victoria del nazismo apuntó hacia y logró la supresión de la capa trabajadora a favor de los intereses de las clases medias y los adinerados.
Enfrentados con una amenaza a su poder y a sus ganancias, la burguesía alemana estaba deseosa de permitir a Hitler que tirara por la borda las pretensiones democráticas. De acuerdo con T.W. Mason, los principales industrialistas optaron por el fascismo "por el afán de su propio desarrollo económico. Su deseo de lucro y expansión fue plenamente resuelto por el sistema político" de la dictadura fascista, mientras al mismo tiempo, "los nazis capturaban la adhesión de la problematizada y confundida clase media."18 Los poderes económicos reinantes, tal como sugiere la experiencia alemana, no vacilan en tirar a un lado los principios democráticos cuando se sienten amenazados.
La derrota estadounidense en Vietnam a manos de un inesperadamente poderoso movimiento guerrillero, debilitó terriblemente la capacidad del capital norteamericano en el Tercer Mundo, ensamblado con nuestros crecientes problemas económicos inflacionarios, el desempleo y nuestras crisis fiscales urbanas, proporcionando terreno y necesidades similares para esfuerzos paralelos antidemocráticos por parte de nuestras ricas corporaciones. Watergate y el tema de las grabaciones clandestinas han indicado una nueva predisposición a olvidar las pretensiones democráticas con el interés de asegurar estables relaciones de poder. Los provocadores del FBI plantaron armas y estimularon atentados con explosivos como parte de la operación COINTELPRO a fin de liquidar a los disidentes estadounidenses. Similarmente, en la Alemania de Hitler los nazis escenificaron "descubrimiento" de armamentos para justificar la represión. Y entonces, como ahora, "los periódicos reprodujeron textualmente los comunicados unilaterales. " 19
"Democracia excesiva"
Una señal siniestra del creciente sentimiento antidemocrático entre los estrategas corporativos estadounidenses es un volumen llamado Crisis de la democracia, publicado recientemente por la Comisión Trilateral. La Trilateral es un grupo de jefes de corporaciones, banqueros, académicos y funcionarios gubernamentales de los Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, formado por David Rockefeller del Chase Manhattan Bank para estimular la cooperación entre los poderes líderes capitalistas mundiales. Una preocupación básica de los trilateralistas es la "crisis de confianza" en los negocios y el gobierno por parte del público norteamericano, como lo revelan populares sondeos de opinión y encuestas. La crisis va de la mano con el deseo, por parte de los estadounidenses medios, de una creciente participación en la toma gubernamental de decisiones, con demandas de que el Tesoro federal sirva a los intereses de los sectores de bajos y medianos recursos, y no sólo de los adinerados. Por ejemplo: equidad en las cargas impositivas.
Estas dos crisis resultan altamente terroríficas para el profesor Samuel Huntington, académico trilateral que previamente fue uno de los artífices de la guerra aérea estadounidense en Indochina. Huntington llama a esta nueva preocupación por la justicia social y económica "democracia excesiva" en su informe a la Trilateral, y sugiere que los reclamos populares democráticos, incluída la libertad de prensa, deben ser restringidos por el "interés nacional" -es decir, el interés del statu quo económico imperante. Lo que sugieren estas cavilaciones de los estrategas trilaterales es un venidero ataque corporativo contra los principios democráticos y los estándars de vida de los norteamericanos promedio. Si la gente no acepta un programa de austeridad para sí misma y vastos beneficios crecientes para la élite corporativa, entonces la democracia se ha vuelto "excesiva" y hace falta un nuevo sistema. "Será una píldora difícil de tragar para muchos de los norteamericanos," editorializó la revista Business Week en 1974, "la idea de arreglárselas con menos a fin de que la gran finanza pueda tener más." Pero es menester que la. gente "acepte la nueva realidad."20
En segundo lugar, así como Hitler utilizó el Tratado de Versailles (que los poderes victoriosos impusieron a Alemania tras la Primera Guerra Mundial) para exacerbar el sentido alemán de haber sido injustamente tratados, así enfatiza la élite corporativa norteamericana las derrotas de USA en las Naciones Unidas y el incremento de precios de la OPEC, para tocar el sentimiento de los estadounidenses en cuanto a que somos un pueblo generoso que nada obtiene a cambio de sus favores. Y el Pentágono continúa advirtiendo acerca del auge armamentista soviético como justificativo de su propio gasto creciente en "defensa", auxiliado por un nuevo y poderoso grupo de presión en el Capitolio formado por políticos beligerantes y por líderes laborales de la vieja línea, que se llaman a sí mismos el Comité sobre el Peligro Presente. Por supuesto, este tipo de militarización expansiva tiene también paralelos nazis.
Los chivos expiatorios
Entretanto, hay extremados portentos expiatorios en el aire, en particular la campaña de Anita Bryant contra los homosexuales. Según Laqueur, parte del ataque nazi contra la contracultura alemana consistía en acusaciones de homosexualidad. La campaña antigay ha llegado a extremos peligrosos, particularmente en Minnesota, donde vivo. Aquí, un demagógico y derechista legislador llamado Florian Chiemelewski ha introducido legislación para encerrar a homosexuales convictos en campos de concentración.
Los líderes de la campaña antigay son en general fundamentalistas religiosos cuya causa ha sido seguramente favorecida por el dogmatismo de las sectas llamadas de Jesús", que han 'florecido entre ex miembros de la contracultura estadounidense. Este movimiento "de Jesús" es similar a los grupos juveniles fundamentalistas protestantes o "círculos bíblicos" que florecieron en Alemania entre las dos guerras mundiales. Estos grupos fueron particularmente permeables al antisemitismo y antibolchevismo de Hitler. En 1931, estima Laqueur, más del 70 por ciento de estos "círculos bíblicos" eran abiertamente nazis.21 Uno de los grupos asociados con el "revival religioso" de hoy entre los jóvenes, la Iglesia de la Unificación del Rev. Sun Myung Moon, basa su entera ideología en un fiero anticomunismo, con una ayudita de la CIA sudcoreana. Movimientos expiatorios como éstos, que culpan a los homosexuales o a los comunistas o a los judíos de los actuales problemas económicos y sociales, pueden escalar velozmente en sus llamamientos si reciben apoyo de los intereses corporativos que sientan necésidad de utilizarlos. "El antisemitismo abstracto", escribe Allen, "en forma de chistes o expresiones de disgusto generalizado prevalecía en Alemania aproximadamente al punto en que estas cosas existen en la Norteamérica contemporánea."22
Nuevos brotes de actividad abierta de los Nazis y del Ku Klux Klan -librerías nazis en San Francisco, Cleveland, Chicago; grupos de choque en Minneapolis; una manifestación del KKK en Plains, Georgia, etc.- son también intimidatorios, pero es improbable que un fascismo norteamericano gane muchos adherentes copiando símbolos tan desacreditados como la svástica y cruces ardiendo. Tales grupos estuvieron muy activos en los EE.UU. durante los años treinta sin ganar seguidores masivos. Un fascismo estadounidense debería tener sus propios símbolos. Probablemente se apoyaría más en una sofisticada manipulación de los medios masivos que en el terror desnudo.
Otro paralelo perturbador
El sadomasoquismo apareció entre las amargadas y crecientemente empobrecidas clases medias alemanas como una respuesta confusa e inconsciente a su impotencia para enfrentar las condiciones reales de sus vidas. Una comprensión escasamente consciente de su propia impotencia llevó a esas gentes a una especie de odio masoquista contra sí mismas que, como es habitual en estos casos, fue también proyectado fuera hacia blancos que se presumían más débiles todavía: los judíos. Y para los hombres alemanes: la población femeniná. Estos impulsos fueron el terreno fértil para el culto del guerrero macho promovido por los nazis.
Un fenómeno similar aparece en la Norteamérica contemporánea, especialmente entre los adolescentes que no ven posibilidades de trabajo productivas y satisfactorias en el horizonte económico cada vez más gris. Crecientemente, la "cultura juvenil" de los Estados Unidos va siendo atraída por la violencia (a menudo de naturaleza sexual). La ira reprimida contra una impotencia apenas consciente se expresa mediante la agresividad y el machismo -así como la machacante disonancia del rock pesado contemporáneo, y en la violencia de conciertos que nacieron sangrientamente con el Festival de Altamont en 1969 ("el día en que la música murió" según palabras de Don McLean).
Uno ve en los nuevos adolescentes una "contracultura" influenciada más por la agresividad que por el pacifismo de los años sesenta, nutrida por una sólida dieta de asedio policial, sin recuerdo alguno de los horrores del Vietnam. Se trata claramente de una subcultura madura para la manipulación fascista. El pacifismo alemán era una respuesta a la Primera Guerra Mundial, así como el nuestro fue una respuesta al Vietnam. La gente joven que marchó afanosamente a la guerra por Hitler no tenía memoria de la Primera Guerra Mundial. Similarmente, en nuestra, sociedad, los adolescentes sufren de amnesia social en lo concerniente a Vietnam. Y lo que no se recuerda bien, puede ser repetido.
Amsterdam 1975: fans holandeses de los Rolling Stones se ponen a tono durante un concierto al aire libre.
Errores de la contracultura alemana y la izquierda política
Los errores que seguramente incidieron en el ascenso del nazismo y la destrucción de la contracultura alemana así como la nuestra pueden ser resumidos, me parece, como una incapacidad 1) por parte de la contracultura para encarar realidades políticas prácticas y 2) por parte de la izquierda política alemana para ampliar sus apelaciones más allá de los intereses propios de los trabajadores.
Los partidos Social Demócrata y Comunista (columna vertebral de la izquierda alemana, por más que se hallaran divididos en sí mismos) descuidaron la preocupación por las cuestiones extraeconómicas de las relaciones personales y del desasosiego sobre la industrialización. Los nazis iban a explotar tal cosa. Atrajeron a los intelectuales que se habían alejado de los socialdemócratas o que eran perseguidos por ellos debido a su preocupación por las cuestiones culturales. Escribe George Mosse: "En vez de trabajar para introducir un componente idealista en la izquierda, muchos intelectuales se volcaron al estímulo literario y estético- del movimiento fascista". Los intelectuales fascistas, dice Mosse, deseaban "resolver la dicotomía. entre la naturaleza genuina y la tecnología moderna de modos inmediatos y místicos." Y añade: "Los fascistas llegaron a creer que la suya era una revolución espiritual" contra el tosco materialismo de la sociedad industrial. 23
Con la excepción del Movimiento de la Mujer, gran parte de la izquierda organizada de hoy sostiene todavía una visión igualmente positiva de las maravillas del progreso tecnológico, a punto de quedarse aislada de la creciente conciencia ecológica y del anhelo de un estilo de vida más sencillo y reposado. El Partido Comunista Norteamericano, por ejemplo, se encuentra a sí mismo atrapado por la defensa del supersónico SST y la energía nuclear (aunque no oon plantas energéticas construidas por la industria privada) porque la Unión Soviética construye ambas cosas. La mayoría de los periódicos de la izquierda dedican escasa atención a los efectos destructivos de los dispositivos tecnológicos sobre las aptitudes humanas (solamente critican la violencia de los programas de TV), y su foco se restringe a la distribución desigual de la tecnología entre "las clases sociales". La preocupación por cambiar la dieta alimenticia, inclusive, ha sido atacada por algunos autodenominados "marxistas leninistas", que la llaman "inquietud pequeño burguesa", y por lo tanto -añaden- no debe ser tomada en cuenta seriamente.
Hay por supuesto ejemplos de matiz contrario: la Campaña por una Democracia Económica que creció a partir del movimiento para llevar a Tom Hayden al Senado desde California es uno de ellos. Sabiamente, creo, ese movimiento procura unificar la preocupación por una "economía democrática" -un antiguo ideal socialista- con las nuevas cavilaciones de la contracultura estadounidense sobre asuntos de "la calidad de la vida".
Claramente, incluso si se acrecienta la crisis económica, los movimientos políticos de la izquierda no marxista, en su incrementada preocupación por los asuntos económicos, no deben dejar la cuestión de las relaciones humanas fracturadas, el campo "espiritual", al movimiento protestante "de Jesús" y a las popularizadas psicologías del "movimiento del potencial humano", que desechan las realidades económicas' y políticas y ofrecen simplísticos "cambios de conciencia" que glorifican al individuo aislado y narcisista. Nunca debe permitirse que la política se vuelva una cosa fría y mecanística centrada únicamente en un "interés propio" de naturaleza material. Debe abocarse a promover relaciones más humanas entre la gente. Si los grupos políticos no autoritarios dejan de hacerlo, jamás atraerán a los jóvenes.
Por otra parte, de muchísimas maneras la contracultura estadounidense ha lucido reminiscente de los Wandervogel y sus postreros brotes alemanes.
Escribe Peter Stachura: "Los Wandervogel apuntaban a afirmar el anhelo juvenil de ser reconocidos como una entidad en sí misma, y de hallar la forma de despertar un sentimiento de determinación en una sociedad que sentían como demasiado rigurosa, compleja y materialista. Pero los Wandervogel no poseían programas claramente formulados para resolver estos problemas, y en cambió canalizaban su protesta mediante una confusa forma de escapismo romántico que añoraba un retorno a las simplicidades de una Naturaleza no adulterada y a una vida agreste no complicada." Más aún, como nuestra propia contracultura en los Estados Unidos, los Wandervogel nunca ampliaron su perspectiva como segmento social, y su elitismo ofendía a los trabajadores. "El atractivo de los Wandervogel de ningún modo fue universal, y a través de su historia permanecieron como un fenómeno primordialmente de clase media, urbano y religiosamente protestánte."24
La contracultura norteamericana debe aprender de los errores alemanes. Hay signos de que muchos de sus "miembros" desean ampliar su base social, como sucede por ejemplo en la tendencia a incluir en las cooperativas de Minneapolis una línea más amplia de alimentos, incluyendo aquellos menos "integrales" o "puros" que habían sido desdeñosamente calificados como "basura", a fin de atraer a gentes de extracción obrera cuyas dietas suelen regirse por los estándars norteamericanos. Creo que tales iniciativas deben elogiarse. Por otra parte, es preciso oponerse al sentimiento que ve a la política como cosa de algún otro, y como algo de lo que "yo no me ocupo". La contracultura de los años ochenta en Norteamérica no puede permitirse el lujo de ignorar la realidad política. No puede eludir la realidad de las confrontaciones existentes y la necesidad de desarrollar respuestas disciplinadas y programáticas para la toma de decisiones políticas. Sobre los jóvenes alemanes escribió Laqueur: "La incapacidad de pensar en categorías políticas no le impide a la gente verse envuelta en desastres políticos... Solamente un movimiento político y social ubicado firme y deliberadamente ante la realidad imperante hubiera podido -aunque entonces podría no haberlo hecho- prevenir el desastre."25
Un programa de empleo pleno -meta de la plataforma original de la fórmula Humphrey-Hawkins- peleado vigorosamente, hubiera, entendámoslo, podido hacer mucho más que poner a la gente a trabajar y colocar plata en sus bolsillos. Verse libre del mortal terror a ser despedido del trabajo hubiese abierto nuevas posibilidades a esa gente que no se conforma con una faena repetitiva y carente de significado para producir artículos inútiles o peligrosos. Hay solamente un ejemplo acerca de cómo un aparentemente tradicional asunto del pan con manteca, peleado y ganado, podría proporcionar nuevas oportunidades para abocarse a las más elevadas e idealísticas metas de la contracultura. Pero es, sin embargo, material para otro artículo.
Hollywood 1979: la publicidad de la violenta película The Warriors repite simbologías conexas, remarcando el cariz apocalíptico.
La batalla por un futuro
Charles Reich glorifica una contracultura apolítica en el Reverdecer de América26. Theodore Roszak, enEl nacimiento de una contracultura acumula una alabanza similar al fenómeno, diciendo que es "indiscutible" que la contracultura "comprende una constelación cultural que difiere radicalmente de los valores norteamericanos... Son la matriz donde una alternativa, aunque de futuro excesivamente frágil, está tomando cuerpo... y me parece que es todo lo que tenemos para oponernos a la consolidación final de un totalitarismo tecnocrático." Esta rivalidad entre contracultura y cultura antigua, añade Roszak, es "singularmente crítica."27
Por supuesto, aquellos sobrevivientes de los campos nazis de exterminio pueden recordar aún a los Wandervogel y sus sucesores, la juventud Libre de Alemania y el Bunde, y probablemente sientan que las circunstancias enfrentadas por aquellos jóvenes alemanes eran tan críticas como las nuestras en los Estados Unidos, y que la respuesta contracultural de hoy a los horrores del absolutismo industrial no es única, después de todo. Tristemente, ni Reich ni Roszak denotan la menor percepción de la contracultura alemana anterior a Hitler, ni toman en cuenta su deceso.
El "reverdecer de América", entonces, no es garantía de un futuro más humano, como. no lo fue "la revuelta de la juventud". Tales garantías se darán solamente cuando la contracultura se junte con el radicalismo político para visualizar el futuro y bregar por él, procurando opciones bien meditadas para el caos económico y psíquico de nuestra sociedad, oponiéndose al empuje del credo totalitario de los poderes corporativos en boga. No hay fuga posible a los bosques para eludir el enorme conflicto que bulle en el horizonte..
1. H. W. Koch, The Hitler Youth, Stein & Day, New York, 1976.
4. Walter Laqueur, Young Germany,1962, p. 106.
9. Hermann Hesse, Reflections, Farrar, Straus & Giroux, New York, 1974.
10. Hesse, Narciso y Golmundo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires,p.248.
11. William S. Allen, The Nazi Seizure of Power, Quadrangle, Chicago, 1965, p. 227.
17. George Mosse, "Fascism and the Intellectuals," en The Nature of Fascism, Random House, New York, 1969, p. 205.
18. T. W. Mason, "The Primacy of Politics", en The Nature of Fascism, p. 165.
19. Allen, ob. cit. p. 175.
20. Discusión de Harry Boyte, "The Populist Challenge", Socialut Revolution, Marzo-Abril 1977.
21. Laqueur, ob. cit. p. 196.
22. Allen, ob. cit. p. 79.
24. Peter D. Stachura, Nazi Youth in the Weimar Republic, Clio Books, Oxford, England, p.3.
25. Laqueur, ob. cit. p. 237.
26. Charles A. Reich, El reverdecer de América, Emecé Editores, Buenos Aires, 1971.
27. Theodore Roszak, El nacimiento de una contracultura, Kairós, Barcelona, 1970.